Esta casa, preciosa y llena de posibilidades, nos recibió con una estructura un tanto peculiar. Tres alturas que fuimos abordando poco a poco, empezando por la planta baja, donde el reto era evidente: la distribución original no hacía justicia al espacio. El salón, por ejemplo, daba la espalda a la chimenea, y una doble entrada poco funcional restaba fluidez a la casa.  

 

Desde el inicio, nos propusimos darle sentido a cada rincón. Rediseñamos la distribución para que la arquitectura y la decoración caminaran de la mano. A través del color y la iluminación, conseguimos que salón, comedor y entrada se llenaran de vida, reflejando la personalidad de esta joven pareja y su pequeño.  

 

Aprovechamos piezas interesantes que ya formaban parte de su historia, combinándolas con nuevos elementos que aportaran frescura y coherencia. Este es uno de los ejes fundamentales de trabajo de Nairé, mezclar lo existente y lo nuevo con armonía. El resultado: un hogar renovado, donde cada estancia fluye de manera natural y todo encaja a la perfección.